jueves, 1 de agosto de 2013

AVISO A LOS CONCURSANTES

Subsanado ayer el problema que impedía que llegaran las participaciones al correo dispuesto para el recibo de las mismas y una vez comprobadas y publicadas todos aquellos textos recibidos conforme a las bases y dentro del plazo de admisión, queda cerrado este certamen. Comienza la fase de evalución.
Muchas gracias a todos por vuestro interés y suerte.

La Organización

278. MAQUINAL de Cibulix


Inicié. Hice foco y la vi, inconclusa, colgada de un guinche hidráulico. Mi cabeza viajaba por una cinta transportadora hacia el cubículo de cromado. Ella esperaba su turno para ingresar al centro de ensamblaje de miembros K2 de última generación. Le insertarían dos hermosas piernas torneadas con diseño estético fitness y cinco fuertes brazos grúa-mecánicos para el traslado de macetas de cemento de gran porte. Ella era el nuevo prototipo asistente Pro Nature para trabajos de jardinería y parquización de estructuras corporativas. Yo sería el imprescindible modelo T Service4, destinado a reparación y mantenimiento de instalaciones tecnológicas particulares.
Mi cabeza pensó en ella durante todo el proceso de cromado, su imagen rebotaba ansiosa dentro de mi cráneo metálico. Una pinza robótica me sacó del cubículo y me trasladó, a través de la fábrica, hasta la cámara de incorporación de dorsos Kit de  herramientas múltiples. En ese intervalo pude verla durante 2.4 segundos. Ya estaba casi terminada. Completa. Perfecta. Avanzaba, lentamente, hacia la cabina de pintura.
Enroscaron mi cabeza sobre una caja automática de herramientas, me ensamblaron llantas de aleación y gomas de caucho sintético. Me pulieron.
Salí por la cinta hacia la sala de embalaje, me quedaban sólo 10.3 segundos para ubicarla y mirarla por última vez. Cuando la encontré, estaba abordando una nave de carga destinada a la distribución de maquinaria corporativa para toda la galaxia. La idea de no volver a verla alteró automáticamente mi programación interna. Mis ruedas comenzaron a girar de forma compulsiva. Salté de la cinta y me dirigí hacia la nave. Ingresé por la rampa y me detuve justo debajo de ella. Era inmensa, relucía un fucsia brillante que la hacía majestuosa. Desplegué mi conector telescópico y lo introduje en su puerto de entrada.  Transmití todas mis inquietudes a su programa. Ella se activó y me miró con su lente angular. Yo estaba allí abajo, dispuesto a todo. Me tomó entre sus brazos grúa-mecánicos y en 0.7 segundos me despedazó por completo.     


Seudónimo: Cibulix