lunes, 13 de febrero de 2012

CUMPLIDO EL PLAZO DE ADMISIÓN NO SE PUBLICARÁN MÁS POEMAS

Pasadas las doce de la noche, hora española, quedó cerrado el plazo de admisión de poemas a concurso. Ahora le llegó el turno al jurado que tendrá que deliberar para seleccionar al poema ganador y los finalistas que considere oportunos.
El fallo del jurado será inapelable. Se dará a conocer el 30 de marzo de 2012 y podrá ser consultado en nuestros blogs a partir de ese mismo día. Suerte a los participantes.

Gracias a todos los que os habéis interesado por el certamen. 

La Organización
Ricardo Acevedo Esplugas
Carmen Rosa Signes U.

domingo, 12 de febrero de 2012

116. ALGUNAS PALABRAS QUE DEBO OLVIDAR de Kael

116. ALGUNAS PALABRAS QUE DEBO OLVIDAR

Algunas palabras que debo olvidar
Son muchas y hieren como garras
Testigos de demencias e inhumanos agravios
Pecios inútiles del naufragio final
En un chip las grabé una por una
Y las lancé al espacio como quien lanza flores a una tumba
o cenizas al mar
Y allí fueron Mar, Océano y Río
No aquellos que viví, decadentes eriales
Sino aquellos Antiguos
Espuma que revienta en el azul
Las aguas de la Vida.
Y desterré también la tierra primigenia,
Roja, negra y marrón, la tierra tantas veces prometida
con su vasta extensión de sueños florecidos
y realidad podrida.
Hoy, a mi lado,
la metálica ausencia y el vacío
Lancé también el aire, el viento, el huracán, la brisa
Arcoíris y auroras
Colores que se extinguen
lejos de mí,
en esta soledad monocromática
Escancié finalmente los frutos, las flores y la hierba
Vida salvaje, en su mutilación desenfrenada
Savia que muere en ese punto gris
Planeta que navega abandonado,
Envenenado de ambiciones y olvidos
Hay otras más sutiles que veré envejecer
En este viaje eterno, sin retorno
Rodeado de otredad
Como un ave que vuela en un absurdo mar
Cargando el sufrimiento de una raza
Que intenta la imposible:
Desandar un camino de semillas aladas
y volver a empezar.

Seudónimo: Kael

114. ERA UN HOMBRE EXTRAÑO Y YO LO AMABA de Calibana

114. ERA UN HOMBRE EXTRAÑO Y YO LO AMABA

Era un hombre extraño y yo lo amaba.
Su cabello legendario era de fuego,
su rostro era horrible.
Su mirada era vieja y maligna
y su piel una áspera corteza.
Era como un demonio retorcido,
mostraba enormes colmillos
antes de besar,
me sometía con su negra sonrisa.
Cuando me amaba era obstinado,
no habían pausas, ni gruñidos,
solo el susurro de un loco
y pecaminoso vocabulario,
movimientos inimaginables
y un poder letal.
Lo encontré en un estanque
donde bailaban las moscas,
había algo deliberado en su fealdad,
algún hechizo, quizás.
Era un ser deforme, todopoderoso,
bloqueaba mi cordura y mi tiempo
con esas garras aguzadas.
Ya no está, se ha ido,
y mis manos vuelan buscando su  asimetría,
y mi lengua cuelga de la nada sin sus besos impíos, 
y mis pensamientos se arrastran y suplican
por su amor endemoniado.
Él se llevó todo lo que era,
me convirtió en oscuridad y lágrimas,
no quería perderlo y se fue…
sin llevarme al túnel materno,
sin poderlo matar.
Era un hombre extraño y yo lo amaba.
  
Seudónimo: Calibana

sábado, 11 de febrero de 2012

105. SOMBRAS ENTERRADAS de Cazador de Ángeles

105. SOMBRAS ENTERRADAS

Por pasajes oscuros
pensamientos que nunca fueron puros,
vuelan en el viento
a la noche tiento.

Tras hojas caídas
furias de iras,
¿serás tu quien me lo pida?
Abandonar mi alma a la deriva.

Dejo atrás lo natural,
me adentro en lo inexplicable
en el diablo, no fiable,
la luz se retira dando paso al callejón mortal.

Alas marchitas,
unidas a caballos ebrios,
ahorcándose en el dolor que no me quitas,
perversidades entre ellos, besándose en el suelo.

Las hadas caen cabizbajas
desnudas y borrachas,
los pintalabios se han mezclado
en la excitación de su piel que han hallado.

Son todos juegos sucios,
magos con corazón de ron
fantasmas sin perdón ni don,
sonidos y quejidos.

Sigo por el camino
piedras hechas de vino,
camas de linos
deshechas por decapitados unidos.

En las paredes se reflejan las sombras,
de colmillos y firmas de sangre,
buscan la felicidad en ya inexistentes obras,
poseen su bebida, que ahora se derrama sin vida.

Por los helados pinos,
aguardan bestias,
luna llena en las tinieblas frías
para convertirse en el fin de sus días.

Dragones mercenarios,
esclavos de la bebida,
tatuajes en su pecho
siempre están al acecho.

En el más profundo hielo,
aquel que tapa el lago,
se esconden sirenas esclavizadas
vendidas para los deseos de diferentes espadas.

Todo escalofriante
musa reinante,
lenguas angelicales,
vuelvo a tocar al ángel triunfante.

Seudónimo: Cazador de Ángeles

viernes, 10 de febrero de 2012

98. PIAFA Y RELINCHA EL BRUTO de Guy de Mont

98. PIAFA Y RELINCHA EL BRUTO

Piafa y relincha el bruto,
al frente, el bosque. Cansado,
en un claro desmonta el jinete
-gallardo y fuerte,
bello el rostro, orgulloso hijo
de antigua familia-
y se tiende en el esmeralda;
la esquiva luz del otoño
invita al sueño temprano,
y el joven, gustoso, duerme.
"¡Despierta!"
Oye un susurro en su oído
y al abrir los ojos, duda
que sea real lo que ve:
la más bella de las mujeres
clavando dos soles azules sobre el.
Quiere tocarla, no sin temer que se esfume
como el espejismo que simula.
Delicado, apoya su mano
en el nacarado hombro de la joven.
Ella sonríe, y el día es más hermoso ahora.
"¡Ven!"
Sin más, ella se levanta y corre
hacia el corazón de la negra arboleda
riendo -como lluvia que cae en primavera
parece su despreocupada risa-.
Él corre detrás, impulsado
por el deseo, por volver a tocar
esa tibia, pulsante piel;
sin preocuparse a dónde va,
sin recordar la vieja advertencia:
nunca penetres en lo profundo del bosque.
"¡Bésame!"
Ella para y suplica que se acerque,
en su mirada hay algo irresistible.
Él corre más rápido, pasan fugaces
podridos troncos de árboles centenarios.
Llega hasta ella, la abraza, la besa,
un beso profundo que inunda la boca
y los pulmones. Ella lo abraza también;
cada vez más atrapado en la belleza,
nota el joven su cuerpo fluir junto al de ella.
Como si se hundiera en la más profunda de las aguas...
La ninfa ríe orgullosa
y un joven sin vida -otro más, nunca aprenden-
flota en la charca.

Seudónimo: Guy de Mont

miércoles, 8 de febrero de 2012

91. POR MI ÚNICO DESEO de Belle

91. POR MI ÚNICO DESEO

"Por mi único deseo…"
(Inscripción en el tapiz franco- flamenco
"La dama y el unicornio").

Me habían comprado un unicornio.
Una espada.
La clarividencia.
Todo por una moneda de cobre
a la vieja mujer de los pastores.
Mi padre le entregó una oveja a cambio,
y ella le dio cada pedazo de la magia
de mi bestia:
un unicornio, una espada,
el miedo de saberlo todo.
En la desnudez de las playas amé a un pastor
por dos monedas de cobre
infinitas;
sin pensar en la bestia de un cuerno que gritaba
no, no, no,
y rugía sobre las rocas y la arena.
Mi cuerpo y el pastor
eran el silencio:
esquife de la noche.
Habíamos pagado
tres veces tres,
(nueve monedas de cobre)
a la Maga.
El unicornio lloraba entre mis muslos,
hundía su cuerno en mis sargazos,
pero yo amaba al pastor y no a la bestia
desde aquella mañana en que mi padre
me compró veintiséis años de vida
y toda aquella clarividencia innecesaria
por solo dos monedas de cobre,
tan viejas;
mueca de ese tiempo perdido
donde el unicornio hunde su cuerno entre mis piernas
y comienza a maldecirme,
silencioso.

Seudónimo: Belle

lunes, 6 de febrero de 2012

77. LA ADVERTENCIA de El Gato Morris

77. LA ADVERTENCIA

No mires las flores rojas,
dijo el pájaro en la noche lúgubre,
sacudiendo sus alas, mecidas por el viento gélido y húmedo.
No mires niña que perderás tus ojos,
al compás retumbante de tus pasos presurosos y aterrados,
que pretenden escapar del destino que te sigue ávido…

Él está llegando detrás de ti,
con sus manos exangües y cadavéricas,
hambrientas y ansiosas de tu carne y tu niñez.
Él buscará bajo tus pliegues,
todos tus secretos, tus anhelos y tus terrores,
los hará suyos y se alimentará de ti como siempre hace…

No te preocupes ave de mal agüero,
respondió ella sin dejar el paso presuroso,
me alcanzará pero soy solo un señuelo, un engaño.
Extenderá sus manos angulosas y frías,
buscará entre mis pliegues mi cuerpo menudo
y solo hallará, sin duda alguna, su destino…

Pero él te consumirá, te devorará entera,
con las terribles ansias de su hambre ancestral,
satisfaciendo ese instinto sobrenatural que lo corroe…
No lo hará ave negra, sedienta de horrores,
yo lo consumiré cuando me alcance y lo haré mío,
porque la muerte siempre recupera lo que es suyo…

El ave vio cómo el ser descarnado llegaba a su presa
y ésta se volvía, abrazaba a su perseguidor, lo engullía
y con los labios mojado con fluidos y saliva, miraba alrededor.
No pudo alzar el vuelo, atenazado por las garras
y examinado por aquellos ojos ya rojos y fríos,
que observaban ávidos, como la vida fluía en su interior…

No vio, luego del festín sangriento y tortuoso,
la conversión del monstruo en una niña linda,
no vio la expresión y la sonrisa, esperando al siguiente horror…

Seudónimo: El Gato Morris

viernes, 3 de febrero de 2012

64. CÉLEBRE HEREJÍA DE UNA MARIONETA AZUL de A. Percie

64. CÉLEBRE HEREJÍA DE UNA MARIONETA AZUL

Yo era en el montón de marionetas del circo
una más manejada por los hilos aquellos.
Yo iba del armario a la función de las cinco
repitiendo un discurso diseñado por ellos.

Y cuando digo ellos no me importan sus nombres,
los dueños van cambiando de nombres en el tiempo:
mas son las mismas manos y son los mismos hombres
los que ajustan los hilos y dan los movimientos.

En la noche, guardado, me moría de miedo,
sepultado en la sombra, condenado a ese estante,
escuchaba a los grillos que decían sus versos
cultivando el silencio con su grito bramante.

Y en el día volvía a los mismos ensayos:
por luces de escenario me cambiaban el sol,
y en lugar de la luna repartiendo sus rayos
me daban ese armario de estantes de cartón.

A veces me dolía la humedad en el cuerpo,
se opacaba mi brillo, y me enviaban a un baúl
donde al día siguiente limpiaban su vergüenza:
por tapar mis heridas me pintaban de azul.

Desde entonces pasaron no sé cuántos milenios,
no sé cuántas mentiras, no sé cuántas banderas,
no sé cuantas hogueras que llevaron los sueños,
no sé cuántas verdades tachadas por quimeras.

Sólo sé que una noche mientras todo dormía
contemplé lo infinito de mis manos abiertas,
extendí cada dedo, separé cada hilo,
los corté con la astilla de mis lágrimas muertas.

Esa noche mis manos se llenaron de sangre,
y mis piernas de viento, y mis labios de grito,
y fui niño, o fui hombre con los ojos en alto,
y escapé para siempre de ese armario maldito.

Esa noche me fui por las calles de cien barrios
y brindé con los hombres de cien bares inmundos,
y me fui con los grillos de cien ríos, y campos
por fundirme en abrazos con los libres del mundo.

Y fui libre. No tuve más hilos ni discursos,
sólo versos cantados por el día en la flor,
sólo soles y lunas y blandos firmamentos
y enterré con mis manos a los muertos de amor.

Nada tengo y soy nada. Me condena la ley.
Pero voy por los mares detrás de las sirenas.
Y me río de aquellos que se inclinan a un rey,
porque soy como un ave que acaricia y que vuela.

Y me río de aquellos que repiten discursos
y que esperan al hada madrina que los salve,
porque yo con mis manos más pequeñas que el trigo
fui más libre que el viento sin rumbo de los mares.

Seudónimo: A. Percie